El viaje donde se pierde la inocencia y la niñez: Niños migrantes sin acompañante

POR CÉSAR IVÁN ARANA LÓPEZ

La migración de niñas, niños y adolescentes centroamericanos (Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) y mexicanos que viajan sin acompañantes por México (país de tránsito) y tienen por objetivo llegar y residir en Estados Unidos de América (EUA), es un fenómeno social de las relaciones internacionales trascendente porque involucra a unos de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Los menores de edad son candidatos a ser víctimas de múltiples delitos y ser violentados en su integridad física y psicológica, convirtiéndose de esta manera en un número que se suma a una fría e inhumana estadística de violación de los derechos humanos de los infantes.

La migración infantil sin acompañante es un asunto caótico, desafiante de los conceptos, modelos y razonamientos preestablecidos. Por tal, se presenta como un caso generado de la modernidad, focalizado a testimonios y estadísticas sobre todo después de 2011, con la llamada “crisis de los niños migrantes”1 cuando el gobierno estadounidense registró un incremento exponencial en el número de niñas, niños y adolescentes no acompañados que llegaron de forma ilegal a los EUA, principalmente provenientes de Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México (Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques 2009).

La motivaciones de realizar tan peligroso trayecto han evolucionado desde la década de los ochenta hasta ahora: conflictos armados, pandillerismo, conflictos familiares, violencia generalizada, ruptura del orden social y vulnerabilidad económica, sobre todo para el caso de los infantes mexicanos: estas son algunas problemáticas que a través de la historia se han enfrentado las naciones involucradas.

En México, el gobierno federal, estatal y municipal promueve en comunidades tradicionalmente migrantes la Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes para garantizar el respeto, promoción y protección de sus derechos humanos sin importar la nacionalidad o condición migratoria.

Origen y causas del peligroso viaje

El principal destino de la migración centroamericana y mexicana sigue siendo la construcción de un imaginario social compartido y heredado: el “norte.” Es un concepto asociado a los EUA, traducido en desarrollo, oportunidades, libertad y seguridad social. Sin embargo, no se cuenta de la ilegalidad y peligrosidad de este intento por vivir el sueño americano; contrariamente, se socializan las grietas del sistema, donde se presume una falsa seguridad para realizar este trayecto.

La migración centroamericana tiene su origen exponencial a mediados de la década de los ochentas, generado de conflictos armados internos en Guatemala, El Salvador y Nicaragua que marcaron una ruptura del orden social. Los niños y adolescentes crecieron en medio de un ambiente de violencia generalizada, donde en nombre de la seguridad nacional se obligaba la recluta de soldados cabos después de los 12 años de edad, como fue el caso de la guerra civil de El Salvador (1980–1992), por lo que estos menores de edad tenían la disyuntiva de dos opciones—formar parte del ejército o sumarse a un grupo guerrillero. Cualquier opción no garantizaba acceso a los derechos humanos de los infantes, incluso al mínimo derecho de preservar la vida. La tercera opción, y en esa década la menos peligrosa, era la de migrar a Estados Unidos de forma ilegal y sin garantía de éxito.

De esta manera, permanece desde los ochenta una tradición por la migración en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y además Honduras. Hasta ahora existen padres y madres migrantes que dejan a sus hijos con miembros de sus familias; así, niños y adolescentes enfrentan un trama de violación a sus derechos humanos ante la pérdida de su familia inmediata, su principal referente afectivo, formativo, social y jurídico; razón por la que los infantes posteriormente realizarán el viaje sin acompañantes a EUA para reunirse con sus padres.

Además de las circunstancias familiares, se suman otras realidades sociales como la identidad social en crisis, las limitadas oportunidades de desarrollo, la falta de control estatal por la tenencia de armas, el visible consumo de drogas, la corrupción y el débil sistema judicial, abriendo tranquilamente la oportunidad a los infantes a formar parte de las filas de pandillerismo y nutrir a las llamadas “maras” conocidos regionalmente como una estructura transregional de jóvenes frenéticos de conducta desviada, traducida en acciones imprevisibles, violentas e incluso temibles en las principales urbes de Centroamérica.

La Profesora Elizabeth Kennedy2 de la Universidad Estatal de San Diego y la Universidad Estatal de California en San Bárbara realizó más de 400 entrevistas a niños migrantes de El Salvador que querían llegar a EUA. Ella analizó los primeros 322 casos y entre ellos el 60.1% dijo que huía por el miedo que tienen del crimen, las amenazas de las maras y la violencia.

En México comienza la expulsión de menores sin acompañante desde 1954 cuando el gobierno de EUA concluye el Programa Bracero, entonces la sociedad mexicana animada por las múltiples historias de migración “al norte,” contagia a jóvenes menores de edad, quienes dejan sus tradicionales juguetes de madera en el piso de tierra de sus casas y buscan, animados o no por sus padres, la tierra de las oportunidades.

Estadísticas

La migración infantil sin acompañante como tema de estudio estadístico tiene algunas limitantes. La primera variable es que quienes realizan este trayecto se encuentran en el anonimato, por lo que es difícil conocer nombres, edad y sexo.3 La segunda variable es lo difícil que es conocer su nacionalidad, pues por motivos de su propia seguridad aseguran ser oriundos del país de tránsito por donde atraviesan. La tercera variable es el factor geográfico: durante los 3000 kilómetros de recorrido, infantes se van sumando al trayecto, otros son repatriados por las autoridades, otros pudieron ser secuestrados por el crimen organizado o haber sido victimas de trata de menores con distintos fines; incluso, infantes mueren por diferentes causas.

El Instituto Nacional de Migración de México (2015) afirma que en el año 2009, fueron devueltos por autoridades migratorias mexicanas un total de 4010 adolescentes menores de 18 años (3014 niños y 996 niñas); 696 menores de 11 años, de los cuales 633 viajaban acompañados y 63 no acompañados. De esta última cifra de niñas y niños de cero a 17 años, las nacionalidades correspondían 1765 de Guatemala, 1601 de Honduras, 549 de El Salvador y 5 de Nicaragua.

El Instituto Nacional de Migración de México (2015) reporta que en 2009, fueron repatriados desde EUA un total de 21220 migrantes mexicanos menores de edad de 0 a 17 años, de los cuales 1782 eran menores de 11 años y 19.438 tenían una edad entre 12 y 17. De esta misma cifra 16.552 eran del sexo masculino y 4668 femenino. De esta repatriación, 13.110 infantes regresaron sin compañía y 8110 con algún familiar.

Niños, niñas y adolescentes de cualquier nacionalidad son recibidos en centros comunitarios para hacer valer su derecho a una alimentación sana y suficiente.

Sin embargo, las cifras que revelan la verdadera problemática llegaron del Presidente Barack Obama cuando en 2014 reconoció la crisis de los niños migrantes sin acompañante, con 66.000 infantes que habían sido detenidos por las Patrullas Fronterizas en el sur de Texas. La mayoría de los menores arrestados eran procedentes de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador.) De ellos, más del 95 por ciento fue liberado y entregado a familiares en EUA con una orden de presentarse ante un juez de inmigración; el resto fue enviado a albergues en espera de ser repatriados.

El 25 de julio de 2015, el Presidente Barack Obama convocó a una cumbre en la Casa Blanca, para atender la situación de crisis, junto con los Presidentes Juan Orlando Hernández de Honduras, Otto Pérez Molina de Guatemala y Salvador Sánchez Cerén de El Salvador. El mandatario estadunidense dijo que aunque su país tiene gran compasión por los niños migrantes, aquellos que no tienen razones para permanecer serían regresados a sus países de origen. Aunque esta decisión fue poco satisfactoria para algunos, la decisión fue eficiente, humanitaria y bien intencionada, se buscó detener el flujo migratorio de infantes sin acompañante, de aceptar a todos, se abriría una invitación permanente a enviar a menores de edad sin acompañante, sorteando la suerte de los pequeños por 3000 kilómetros, sujetos de ser victimas de daños físicos y psicológicos, incluso con la posibilidad de perder la vida.

Aquí se pierde la inocencia y la niñez

Los niños, niñas y adolescentes de Centroamérica y México que viajan sin acompañante, o incluso con acompañante, son sujetos de múltiples peligros que surgen de manera paralela al fenómeno migratorio, desde los menos graves como los asaltos o lesiones, hasta los más graves como la trata de personas con fines de explotación sexual, laboral, adopciones ilegales, tráfico de órgano, matrimonios convenidos, intoxicación por consumo de drogas y hasta victimas de homicidio.

Rodolfo Casillas (2006) realizó un estudio exploratorio al sur de México y presenta el testimonio de Karla, trabajadora sexual hondureña de 17 años de edad en México: “Vine aquí [México] con un amigo de allá de Honduras. Él supuestamente me dijo que nos íbamos a ir para el otro lado [a EUA], ¡yo le dije que sí!. Pero, cuando veníamos nos asaltaron en Ciudad Hidalgo y como no tenía dinero para irme o regresar, empecé a trabajar aquí.” También se presentan testimonios de explotación laboral, como el de Gloria, nacionalidad desconocida, menor de edad, empleada doméstica: “Yo no les pedí, ni exigí a mis patrones que me pagaran porque no sé, tal vez porque gracias también a que estuve en su casa, ahí estaba segura. No, no se me hizo más importante el dinero, estaba segura de que iba a comer ahí, dormir ahí y tener un techo.”

El sureste mexicano es conocido por los centroamericanos como “la primera frontera”, y en muchas ocasiones es hasta donde muchos migrantes infantes llegan. En el 2002, más de 2000 niñas y niños migrantes centroamericanos fueron encontrados en prostíbulos de Guatemala (Comisión Interamericana de Mujeres, Organización de los Estados Americanos 2006). De la misma manera, el tráfico ilícito de menores también sucede en los EUA. En 2002, agentes federales descubrieron en una vasta red de contrabando de niños que habían estado introduciendo ilegalmente a Los Ángeles a centenares de menores de Guatemala, El Salvador y Honduras a través de México (Escobar 2008).

Menores de edad disfrutando el “El Día del Niño” en una de las zonas con mayor vulnerabilidad en México, se festeja el 30 de abril de cada año; además de la festividad, se celebra el compromiso de trabajar en comunidad por este sector social sin importar nacionalidad.

A manera de conclusión

Desde la década de los ochenta, la vulnerabilidad de niños y adolescentes migrantes han originado cambios políticos, jurídicos e institucionales recientes en México: la Ley de Migración 2011 garantiza un tránsito seguro para los menores de edad; la creación de la Coordinación para la Atención Integral de la Migración en la Frontera Sur, cinco nuevos albergues y nuevas estancias para otorgar servicios médicos a la niñez migrante sin acompañante por todo México. Para dar más certeza jurídica, entra en vigor la Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes en México para garantizar el pleno respeto, promoción y protección a sus garantías individuales sin importar nacionalidad.

A pesar de los esfuerzos gubernamentales en toda la región, la migración infantil sin acompañante se presenta como fenómeno social que tiene origen en la violencia, causando otros delitos dolosos más graves. Los niños y adolescentes—sin la madurez apropiada y con bajo desarrollo cognoscitivo—son incapaces de asimilar y adaptarse a los agresivos obstáculos durante el trayecto hasta los EUA. Es importante mencionar que la migración infantil sin acompañante es un fenómeno social que no es exclusivo de Centro y Norteamérica, sino que también ocurre en otras latitudes, como es el caso en la relación del Norte de África con Italia, donde es posible encontrar un índice alto de migración infantil.


César Iván Arana López es licenciado en Relaciones Internacionales y Maestro en Políticas Públicas. Actualmente es asesor político en temas de desarrollo social y cooperación internacional; además es profesor de Geopolítica y Relaciones Internacionales en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara en México. Fue investigador visitante en la Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson en 2016.

Notas

1. El Instituto Nacional de Migración en México reporta un aumento del 137% en el número de aprehensiones de niños y adolescentes migrantes no acompañados entre 2011 y 2013. En 2014, reportó que entre octubre de 2014 y abril de 2015, Estados Unidos detuvo a 70. 448 niños migrantes y México a 92. 889 (Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques 2015).

2. Entrevista a la Elizabeth Kennedy de la Universidad Estatal de San Diego y la Universidad Estatal de California en San Bárbara por Univisión el día 1 de abril de 2015.

3. En la mayoría de los casos, el nombre verdadero de niñas, niños y adolescentes migrantes sin acompañante se conoce hasta su formal detención por las autoridades en México o Estados Unidos de América.

Referencias

Cancino, J. 2014. Elizabeth Kennedy: Causas que generaron la crisis de niños en la frontera en 2014 no están resueltas. Recuperado en Enero 2017 de Univisión Noticias.

Casillas, R. 2006. La trata de mujeres, adolescentes, niñas y niños en México. Un estudio exploratorio. Recuperado en Enero de 2017 de la Organización de los Estados Americanos.

Escobar, C. 2008. Los pequeños pasos en un camino minado: migración, niñez y juventud en Centroamérica y el sur de México. Recuperado en Diciembre de 2016 de Rosa Luxemburg Stiftung: Oficina Regional de México.

Ezeta, F. 2006. La trata de personas. Aspectos básicos. Recuperado en Enero de 2017 de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de los Estados Americanos.

Instituto Nacional de Migración de México. 2015. Estadísticas 2009. Recuperado en  Enero de 2017.

Santos, G. (2009) La migración infantil: un problema acuciante. Recuperado en Enero 2017 del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.