POR HANNAH ALPERT-ABRAMS | traducido por Susanna Sharpe
¿Cómo le hacemos para entender 80 millones de páginas de documentos históricos?
Esta pregunta es de naturaleza filosófica. Se trata del poder de la mente para asimilar un número tan grande de documentos. El Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN), en la Ciudad de Guatemala, contiene unos 80 millones de documentos, que abarcan unos 135 años de la historia de la Policía Nacional.
Se calcula que el archivo requiere estantes que medirían un total de 1.2 kilómetros. En comparación, el archivo del receptor del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, en el Harry Ransom Center, es de un poco más de 10 metros. El archivo literario de la escritora chicana Gloria Evangelina Anzaldúa en la Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson ocupa 38 metros.
Mi pregunta también tiene un aspecto técnico, sobre la dificultad de recopilar, organizar y hacer accesible un acervo de tal magnitud. Por más de una década, los archivistas del AHPN han trabajado para limpiar, organizar y catalogar estos documentos históricos. En 2010, la Universidad de Texas en Austin comenzó su colaboración con el AHPN para construir una versión digital del archivo que estaría disponible por un portal de Internet.
En mi calidad de investigadora pos-doctoral del programa CLIR y estudios latinoamericanos a través de LLILAS Benson Colecciones y Estudios Latinoamericanos, estoy encargada de encontrar la mejor manera de apoyar y mantener este proyecto en el futuro.
Tuve la oportunidad de visitar el AHPN en noviembre del 2017, antes de que se celebrara el vigésimo-primero aniversario de la firma de los acuerdos de paz que acabaron con el conflicto armado en Guatemala (1960–1996). Junto con mi colega Theresa Polk, archivista de LLILAS Benson, fui a Guatemala para aprender sobre el proyecto de digitalización del AHPN, y para celebrar un logro: al llegar, supimos que el AHPN acababa de digitalizar unos 21 millones de documentos.
El Acceso Digital a la Memoria Histórica
Los discos duros del AHPN caben dentro de una maleta pequeña, pero el problema de albergarlos en un servidor y de garantizar acceso a ellos no es nada trivial. Cuando la Universidad de Texas lanzó el portal digital del archivo en 2011, fue apenas un servicio básico con posibilidades de navegación y búsqueda muy limitadas. Desde aquel día, el archivo ha crecido al doble de tamaño con una expansión exponencial en su complejidad. Nuestro reto es ¿cómo representar esa complejidad en el contexto online? Esta fue la razón principal de nuestra visita reciente a Guatemala.
Los análisis de la red demuestran que la mayoría de los visitantes al sitio se encuentran en Guatemala. Esta gente, en general, busca dos tipos de información. Algunos son miembros de organizaciones de derechos humanos que están llevando a cabo investigaciones relacionados con la violencia policial que caracterizó las más de tres décadas del conflicto armado. El resto son personas que intentan conocer la suerte de familiares y seres queridos que fueron víctimas de la violencia durante el mismo periodo. Es por esos motivos que el aniversario de los acuerdos de la paz es tan importante para el acervo. El organizar estos archivos y hacerlos accesibles al público ha sido una de las maneras en que los guatemaltecos lidian con el pasado de su país.
Existe un sentido de urgencia dentro de la tarea de dar servicio a estas comunidades de investigadores. Nuestra prioridad más importante es proveer el acceso fácil a la información. Sin embargo, esa meta todavía nos elude, y las búsquedas no son nada sencillas. Los documentos del acervo están organizados de acuerdo con la estructura barroca de la burocracia policial. Encontrar un documento requiere el conocimiento íntimo de esa estructura.
Las búsquedas serían más fáciles con la presencia de metadatos más descriptivos. Si pudiéramos extraer nombres, lugares y fechas de los materiales, sería más simple encontrar el destino de un familiar por parte de un ser querido, o que un investigador pudiera hallar datos sobre ciertos barrios o eventos históricos específicos. Pero extraer este tipo de información de 21 millones de documentos es una tarea que requiere enormes recursos. Además, la tecnología para automatizar estos procesos aún necesita mayor desarrollo.
La búsqueda no es nuestra única prioridad. Aprendí de primera mano que visitar al AHPN es sumergirse en el contexto de su construcción y su tamaño. Los corredores oscuros y estrechos, sus paredes de concreto, sus ventanas rejadas son un testamento a la función histórica del edificio como prisión policial. La violencia del archivo está siempre cerca a pesar de la esperanza que representa. Recrear esta experiencia para el usuario de Internet es uno de nuestros retos.
El proceso de la búsqueda en el AHPN ha sido diseñado con la intención de que los archivistas que trabajan allí sean testigos de las experiencias de las personas que visitan el acervo. Cada visita comienza con una pregunta: ¿Cuéntenos qué pasó con su familiar?
La pregunta tiene un aspecto práctico. Deja que los archivistas obtengan la información necesaria para localizar los archivos requeridos, de entre los millones de documentos en el acervo. Pero al contestar la pregunta, las familias comparten una historia íntima con el archivista—un acto que requiere fortaleza y, muchas veces, valentía. ¿Será que un archivo digital puede brindar semejante oportunidad para los que no pueden visitarlo en persona?
Imaginando un Futuro Digital
La colaboración entre la Universidad de Texas y el AHPN presenta una oportunidad extraordinaria de crear nuevos caminos en la investigación histórica, y de apoyar la preservación de archivos a nivel internacional. A través de este trabajo, honramos y apoyamos la labor de los archivistas del AHPN y continuamos innovando en la colección digital.
Esta colaboración nos ha incentivado a repensar el archivo digital. Muchas veces, pensamos en un archivo digital como una sencilla imagen de un acervo físico. Pero 21 millones de páginas digitales tienen una infraestructura y unos requisitos muy diferentes de su equivalente físico. Además, también son diferentes las necesidades y expectativas de usuarios online.
Al imaginar un futuro del portal AHPN, en general, estamos de cierta forma imaginando el futuro de los acervos digitales de la Universidad de Texas. El tamaño y la complejidad de colecciones como el AHPN nos obligan a expandir los límites de nuestro entendimiento del papel de las bibliotecas y los bibliotecarios en la era digital. Nos impulsan hacia un futuro en que el aprendizaje, el desarrollo de comunidades y el acceso a la información, están inextricablemente conectados.
Hannah Alpert-Abrams es investigadora pos-doctoral CLIR en la curación de datos en LLILAS Benson Colecciones y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Texas en Austin.