Bajo las pinceladas finales de las grandes pinturas, debajo de la superficie, existen en ocasiones marcas de duda, líneas escondidas y colores suprimidos. Estas pinceladas casi invisibles se llaman pentimenti: arrepentimientos, rectificaciones, remordimientos. Me gusta la palabra pentimenti porque evoca una sensación de conflicto interior y debate con uno mismo. Las obras maestras no suelen aparecen en el mundo tras un simple y espontáneo acto de creación, como diosa que salta de la cabeza de Zeus, casco, lanza y escudo relucientes. Con más frecuencia el proceso creativo avanza a tumbos y deja detrás un reguero de cosas, materia desechada, alambres retorcidos y vueltos a utilizar. En el caso de los archivos literarios, vale decir que resultan más atractivos cuanto más desaliñados y más llenos de correcciones y revisiones. La norma sería: entre más pentimenti, mejor.
El archivo de Gabriel García Márquez, adquirido recientemente por el Harry Ransom Center, contiene numerosos documentos con adiciones manuscritas, palabras y frases tachadas, notas al margen, párrafos descartados y otras evidencias de arrepentimiento autoral. Un impulso no muy afortunado de producir una frase me inclinaría a decir que se trata de una colección de escritos contritos.
En la correspondencia hay una carta en donde García Márquez reflexiona sobre su proceso creativo después de terminar El Otoño del Patriarca y dice que quizás debió haber escrito la novela en verso, solo que no logró armarse de valor para hacerlo. Y sin embargo me parece que efectivamente se lee como un largo poema sobre el poder y la decrepitud, retrato de un déspota latinoamericano que no supiera que en algún momento todo mundo tiene que morir. En este archivo los investigadores podrán estudiar la inconfundible prosa de García Márquez como si el autor colombiano se hubiera pasado la vida elaborando un largo poema, una saga en varios volúmenes, con docenas de personajes y abundantes giros melodramáticos.
Las huellas del proceso creativo en una colección de manuscritos tienen un inmenso valor, lo mismo para los expertos que para los aficionados, porque abren una ventana hacia el taller del artista. Y hablo de críticos literarios junto con lectores comunes porque García Márquez es un autor que obtuvo una distinción harto inusual: el elogio casi unánime de la crítica especializada junto con el fervor de una legión de lectores alrededor del mundo. Resulta excepcional que tal cantidad de gente admirara tanto al escritor y sintiera tanto cariño por su persona. Se trata, creo yo, de agradecimiento: inmersos en las páginas de García Márques los lectores pudieron sentir la llegada de una sensación única, el nouveau frisson, la extraña pero palpable adición de un mundo imaginario que inesperadamente se incorpora a nuestro propio mundo interior y se vuelve parte de él.
Maestro en la novela corta y el relato, García Márquez escribió libros que se leen como tragedias griegas ocurridas en el Caribe, y alcanzó fama mundial con una novela genealógica donde cabe la historia, el crimen, el amor y los milagros. Aunaba la gracia de ser un estilista embriagador a la destreza, en apariencia innata, de un implacable contador de historias. Según ha escrito el crítico Christopher Domínguez Michael, la imaginación de García Márquez es tan poderosa y original que será recordado como un creador de mitos, un Homero latinoamericano.
Ahora catalogados en el acervo del Harry Ransom Center, los manuscritos literarios de García Márquez entran a formar parte de una constelación de innovadores que influenciaron su propia formación como escritor. William Faulkner, Ernest Hemingway, Virginia Woolf, Jorge Luis Borges, fueron en primer término sus maestros y a fin de cuentas sus pares. Más de 150 miembros del profesorado de la Universidad de Texas en Austin enfocan sus estudios en Latinoamérica, y numerosos estudiantes de todo el continente escogen esta universidad por su énfasis latinoamericanista. Con excepcional paciencia, perseverancia y esmero, la Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson ha ido conformando, durante casi cien años, una de las mejores bibliotecas dedicadas a la región. El Instituto Teresa Lozano Long de Estudios Latinoamericanos (LLILAS) integra más de 30 departamentos académicos a lo largo de la universidad y se encuentra entre los principales centros de su tipo. Todo esto para decir que, en su nuevo hogar en la Universidad de Texas en Austin, el archivo de Gabriel García Márquez está rodeado de un ambiente cultural excepcionalmente fecundo y apto para la discusión intelectual. Basta pues de pentimenti, que comience la celebración.
—José Montelongo
José Montelongo es bibliógrafo de materiales mexicanos en la Nettie Lee Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas. La adquisición del archivo de Gabriel García Márquez contó con el apoyo de LLILAS Benson Latin American Studies and Collections, una asociación entre el Teresa Lozano Long Institute of Latin American Studies y la Nettie Lee Benson Latin American Collection. LLILAS es considerado en el país como uno de los programas más sólidos enfocados en Latinoamérica, y la Benson Collection es reconocida mundialmente como una de las principales bibliotecas enfocadas en estudios sobre Latinoamérica y sobre la población hispana de los Estados Unidos.
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