Cuando se busca en tiempo atrás los orígenes de las bibliotecas de investigación, damos con una larga historia de académicos dedicados a recabar colecciones de acuerdo a su interés personal, construyendo en torno suyo ateneos de libros que documentaran sus muy particulares metas de investigación. Y muchas veces, cuando dicho académico proseguía su carrera –en otro trabajo o en otro contexto intelectual- la colección emprendida se marchitaba, sin la mente directriz inicial que siguiera contando su historia.
Al contrario del coleccionista individual, una biblioteca de investigación y museo como el Harry Ransom Center construye y fortalece sus colecciones a lo largo de generaciones. Al ocuparse de ir agregando piezas complementarias, conexas, el personal del Ransom Center asegura que el arribo de un archivo al campus de la Universidad de Texas en Austin no sólo esté lejos de ser el fin de la historia, sino que constituya apenas su comienzo.
“Existe un DNA creativo que determina y corre a través de las colecciones del Ransom Center,” dice su director Stephen Enniss. “Los archivos son entidades orgánicas que continúan evolucionando y creciendo. Lo cual implica que sea una responsabilidad el continuar agregando materiales sucesivos. De modo que mucho de lo que hacemos es obedecer esos indicadores de DNA estableciendo un sistema circulatorio de investigación en nuestras colecciones.”
Habrá años en los que el Ransom Center adquiera hasta cinco archivos mayores, de impacto en los titulares como los de Gabriel García Márquez y de Ian McEwan, que atraerán toda la atención publicitaria de los medios. Y sin embargo, estas adquisiciones mayores constituyen apenas un porcentaje menor del número total de adquisiciones llevadas a cabo en 2014. El compromiso del coleccionismo es seguir adquiriendo materiales para los archivos ya existentes.
“Ya sean calibrados en dólares o en trabajo, existe un monto sustantivo de trabajo invertido en las colecciones que ya están aquí,” dice Enniss. “Creo que la gente se sorprendería de la cantidad de trabajo que implica una colección.”
El archivo de Norman Mailer es un robusto ejemplo del compromiso del Ransom Center, que en los últimos seis años se ha consolidado con 22 adquisiciones adicionales. Asimismo, el Ransom Center ha agregado materiales a las colecciones de Elizabeth Hardwick, Doris Lessing, Penelope Lively, David Mamet y muchos otros.
A menudo estas adquisiciones son de mucho menor escala: una carpeta de correspondencia, un obra de arte única, el manuscrito de un cuento corto. Aunque no son necesariamente noticia de primera plana, estos materiales menores son, sin embargo, conexiones clave, que adquieren un gran valor para investigadores como Vanessa Guignery, que ha estado visitando el Ransom Center desde 2006.
Estudiando el archivo B.S. Johnson, fue para Guignery una sorpresa mayúscula
el dar con uno de los documentos aparentemente más insignificantes, y que fuera agregado en 2004 a la colección, casi 30 años después de que el Ransom Center efectuara la adquisición inicial.
“Sabía que Johnson se había suicidado, pero jamás esperé encontrar en la colección el original, en papel telegrama amarillo pálido, que la esposa de Johnson enviara a
Zulfikar Ghose, con las palabras: “BRYAN MUERTO SUICIDIO”, dice Guignery.
“Todavía recuerdo el dolor y el estremecimiento que sentí al leerlo, como si hubiera sido yo quien recibiera tan terrible noticia.”
Documentos de este tipo son precisamente la razón por la cual Megan Barnard, Directora Asociada de Adquisiciones y Administración, lucha por agregar materiales suplementarios a la colección del Ransom Center.
“Si no le damos seguimiento y persistimos en construir una colección, ese material terminará en otra parte,” dice Barnard.
Por ejemplo, el archivo de Doris Lessing, que está dividido entre el Ransom Center y la Universidad de East Anglia. Aunque tal división fue resultado de la solicitud personal de la escritora, ilustra el tipo de obstáculos a los que se encuentra un investigador cuando los materiales no han sido consolidados en un solo lugar. Para investigar a fondo la obra de Lessing, el presupuesto de viaje de un estudioso tendrá que, por lo menos, duplicarse.
“Es todo un reto, especialmente en el área de humanidades en que son difíciles de obtener los apoyos para viajes”, dice Barnard. “Es por demás importante para los investigadores auscultar un solo lugar, teniendo acceso a los materiales. Esta es una de las fuerzas motoras tras nuestro propósito.”
Comparten este compromiso de adquisición muchas otras bibliotecas de investigación pero, arguye Barnard, los esfuerzos del Ransom Center en este terreno “están a la altura de cualquier otra institución.”
El campeonato en archivos se inició cuando Harry Ransom creó este Centro en 1957, mismo que, sobra decirlo, sigue hoy en pie.
“Las colecciones que estamos reuniendo estarán aquí por incontables años. Lo que será importante no es quién adquirió los materiales, sino la calidad de elecciones que tomamos para completar los archivos”, dice Enniss. “El Ransom Center está obligado a continuar desarrollando este sistema circulatorio de investigación de materiales.”
—por Mark Collins
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