Jason Borge es profesor en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Texas en Austin. Borge será el moderador del panel “Guionista de Cine y Musa” del viernes, Oct. 30, durante el simposio Gabriel García Márquez: Vida y Legado.
Los cursos y la investigación de Borge tienencomo foco la intersección entre la cultura de las masas, la literatura y el cine en Latinoamérica, en especial en Brasil y el Cono Sur. Ha publicado artículos en Hispanic Review, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Journal of Latin American Cultural Studies y Luso-Brazilian Review. Además es autor de dos libros que documentan y analizan el impacto de Hollywood en los intelectuales de la América Latina: Avances de Hollywood: Crítica cinematográfica en Latinoamérica, 1915–1945, y Latin American Writers and the Rise of Hollywood Cinema.
El tema actual de sus investigaciones es lo que él llama “el imaginario jazz” en la América Latina, en dónde examina las maneras en que el discurso cultural latinoamericano ha moldeado el jazz como una práctica performativa que posee un simbolismo regional de importancia vital; además Borge investiga el lugar de la América Latina en el canon norteamericano y europeo del jazz.
¿Puede hablar sobre el interés de Gabo en el cine?
La carrera de García Márquez fue profundamente moldeada e informada por el cine. Además de su escritura periodística, Gabo contribuía regularmente al diario El Espectador de Bogotá como crítico de cine durante 1954–55. También en los años 50, estudió en el legendario Centro Sprimentale di Cinematografia en Roma, y colaboró con otros miembros del llamado Grupo de Barranquilla en la producción de la película corta experimental La langosta azul (1954). En las décadas de los 60 y 70, escribió guiones para tales películas como El gallo de oro (dir. Roberto Gavaldón, 1964) y María de mi corazón (dir. Jaime Humberto Hermosillo, 1979), y en los 80, sus obras de ficción se volvieron fuentes de material para películas tan diversas como Eréndira (dir. Ruy Guerra, 1983) y Farewell to the Ark (dir. Shuji Terayama, inspirada en Cien años de soledad). El autor desarrolló una colaboración duradera con el cineasta mexicano Arturo Ripstein—una asociación que comenzó con Tiempo de morir (1966) y Juego peligroso (1967), y culminó más de tres décadas después con la muy elogiada adaptación de El coronel no tiene quién le escriba (dir. Ripstein, 1999).
¿Qué es lo que García Márquez consiguió hacer a través del cine que no se puede lograr por el medio literario?
Cuando era joven y relativamente desconocido, lo que logró fue ¡dinero! García Márquez ganaba bastante bien tanto por su trabajo como crítico de cine como por su trabajo (un poco más tarde) como guionista. Después de ganar el Premio Nobel en Literatura en 1982, su propia literatura sirvió como una inspiración no sólo para adaptaciones cinemáticas de su obra sino para modos de hacer cine que directa o indirectamente llevaban la marca de Gabo: su estética individual y sus sensibilidades políticas, su amor por la cultura popular, su sentido del humor oscuro pero a la vez amable. De hecho, este impacto poco comentado en una nueva generación de cineastas colombianos es lo que estoy explorando al organizar un festival de cine que concurre con el simposio sobre Gabo y lo complementa (Beyond Macondo: GGM and Contemporary Colombian Cinema [Más allá de Macondo: Cine contemporáneo colombiano]), con proyecciones en Austin durante el mes de octubre, incluyendo una en el campus de la universidad el 21 de octubre.
¿Cuál es la percepción del trabajo de García Márquez en el mundo del cine en contraste con su reputación en el mundo literario?
Creo que es visto sobre todo como un gran defensor y amigo del cine latinoamericano. Junto con los pioneros del Nuevo Cine Latinoamericano, Fernando Birri y Julio García Espinosa, García Márquez fundó La Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV) en San Antonio de los Baños, Cuba, en 1986. Desde su inicio como una de las escuelas más prestigiosas e influyentes de cine en las Américas, la EICTV ha sido incubadora de la innovación técnica y el compromiso social tan típicos del cine latinoamericano desde la década de 1960. Es notable también que la escuela ha preservado el lugar de Cuba en el mapa cinematográfica por su afiliación con el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en la Habana, que desde la década de los años 80 es el festival más importante del mundo en esta área del cine.
¿Cuál es su interés en participar en el simposio?
Como co-organizador y moderador el panel sobre cine del simposio (“Guionista de Cine y Musa”), me interesa juntar voces importantes en la carrera cinemática de García Márquez con la esperanza de que iluminen las contribuciones del escritor a la cultura global más allá de su trabajo literario. La conversación promete ser bien divertida. Los participantes en el panel son el cineasta colombiano Ciro Guerra, el documentalista Justin Webster y el cineasta Rodrigo García, hijo del autor.