Lina del Castillo es profesora en el Instituto de Estudios Latinoamericanos Teresa Lozano Long (LLILAS) y el Departamento de Historia de la Universidad de Texas en Austin. Ella será la moderadora del panel “Los Mundos Políticos de Gabriel García Márquez” este viernes, Oct. 30, en el simposio Gabriel García Márquez: Vida y Legado.
Actualmente, sus investigaciones abarcan la intersección de cartografía, disputas a las demandas de tierra y recursos, y la formación del nación-estado colombiano durante la primera mitad del siglo IXX. Sus áreas de investigación incluyen varios aspectos de la historia latinoamericana, como la formación de Colombia en el siglo XVIII, la medicina, la tecnología, cuestiones de género, raza y clase social, y relaciones con los Estados Unidos.
La profesora del Castillo ha contribuido capítulos a los siguientes volúmenes: Mapping the Transition from Colony to Nation (17th Kenneth Nebenzahl, Jr. Lectures in the History of Cartography, The Newberry Library); Mapping Latin America: Space and Society, 1492–2000; Iberia and the Americas: Culture, Politics, and History; and Humboldt y otros viajeros en América Latina. Es autora de artículos que han sido publicados en Araucaria: Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, Historia Crítica, y Terrae Incognitae: The Journal of the Society for the History of Discoveries.
García Márquez participó de las negociaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla. ¿Nos puede explicar la participación del autor?
Las ‘misiones secretas’ de Gabriel García Márquez son en sí mismas materia novelesca. Después del triunfo de la revolución cubana, el Gabo, entonces periodista, cubrió el ascenso de Fidel Castro, quien le fascinó no sólo por la revolución política que lanzó sino por su pasión por la literatura. La amistad entre los dos sería profunda y duradera. Comenzando en los años, el Gabo llegó a creer que su conexión con Castro podría facilitar la paz entre la guerrilla y el gobierno colombianos. Tenía la razón.
Para la década de los 80, el Gabo también se había hecho amigo del presidente colombiano Belisario Betancur, quien también era poeta reconocido. Después de la inauguración de Betancur en el 7 de agosto de 1982, la guerrilla M-19 propuso un diálogo. Con un número de miembros activos estimado entre 1.500 y 2.000, M-19 era el segundo grupo armado, después de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El Gabo sabía que los líderes de M-19 tenían lazos cercanos con Cuba. Después del establecimiento de una comisión por la paz en septiembre 1982 por el Presidente Betancur, el Gabo arregló una reunión secreta en Cuba entre miembros de la comisión y miembros del M-19.
Después de incertidumbre y más violencia, M-19 por fin entregó sus armas el 8 de marzo de 1990. Betancur diría después que la paz se debía mucho a Gabriel García Márquez. El 7 de enero de 1999, en reconocimiento por sus esfuerzos anteriores, el Gabo fue el invitado de honor durante la inauguración de la zona desmililtarizada en San Vicente del Caguán, donde la presidencia de Andrés Patrana buscó hacer un acuerdo de paz con la FARC. La mediación de Gabo, junto con la disposición del presidente Pastrana hacia el diálogo, también trajo el Ejército de Liberación Nacional (ELN) a las negociaciones. García Márquez y su esposa, Mercedes Barcha, fueron testigos a la instalación formal de las negociaciones de paz con el ELN en La Habana en enero 2002. Desafortunadamente, ninguno de estos esfuerzos resultaron en una paz duradera con los grupos armados.
Gabo vivió suficiente para animar un regreso a las negociaciones en noviembre del 2012. Que estas negociaciones han sido en La Habana puede ser atribuido a la habilidad del Gabo a lo largo de su vida de tener influencia tanto en el corazón como el pensar de los políticos poderosos durante varias generaciones.
¿Cuál es su interés en participar en este simposio?
Aunque he vivido en los Estados Unidos desde la edad de cinco años, y la mayoría de mi educación ha sido aquí, siempre fui atraída a las historias de Colombia, país donde nací. Gabriel García Márquez contó las mejores, tal vez por que las contó después de haber estado separado por tanto tiempo de su país natal. Esta añoranza es algo con la cual yo me identifico.
Siempre he tenido interés en aprender más sobre el Gabo, su vida y su escritura. Este simposio me ofrece la oportunidad de hacerlo. También estoy algo deslumbrada por la lista de invitados. Las conferencias magistrales serán ofrecidas por Salman Rushdie y Elena Poniatowska. Habrán docenas de participantes que reflejarán sobre la manera en que el Gabo tocó sus vidas, o directa o indirectamente. Personas que han sido conmovidas e inspiradas por sus escrituras hablarán de cómo el Gabo les ayudó a encontrar su propia voz. Profesores e investigadores que han dedicado sus vidas al estudio de su trabajo ofrecerán comentarios muy necesarios sobre lo que saben y lo que todavía queda por entender. O sea, el simposio indicará a los investigadores del futuro maneras de enriquecer e iluminar no sólo nuestro conocimiento de Gabriel García Márquez sino nuestro entendimiento de los mundos que habitó, cambió y creó.
¿Puede dar unos ejemplos de la obra literaria de García Márquez que demuestren su interés por lo político?
Su recuento novelizado de la devastación provocada por una empresa frutera en Macondo es algo que persigue la memoria colectiva. Hubo, claro, una lucha verdadera de los campesinos y trabajadores en la región colombiana en donde se cultivaba plátanos. Para finales del año 1928, esta lucha culminó en la huelga más grande en la historia de la región. Más de 25.000 trabajadores se enfrentaron con la United Fruit Company, y la huelga terminó con el masacre de los huelguistas por el ejercito colombiano del pueblo de Ciénaga, cerca de Santa Marta. García Márquez recreó este evento basado en sus memorias más antiguas junto con los recuerdos de sus padres y sus abuelos.
De Cien años de soledad (New York: Vintage Español, 2009), p. 366:
“Cuando José Arcadio Segundo despertó estaba bocarriba en las tinieblas. … Dispuesto a dormir muchas horas, a salvo del terror y el horror, se acomodó del lado que menos le dolía, y sólo entonces descubrió que estaba acostado sobre los muertos.”
El recuento novelizado de García Márquez permanece como un punto de referencia primario en la historia de United Fruit en Colombia. En Macondo, las lluvias torrenciales hicieron desaparecer la evidencia del masacre, disolviendo las esperanzas de los que llevarían a la justicia a los responsables. Por lo tanto, la aniquilación de los huelguistas fue borrado de la memoria. Y, como dijeron las policías que respondieron a las quejas de los familiares de los desaparecidos, al fin de cuentas, Macondo era un lugar feliz. No pasó nada en Macondo, no pasa nada en Macondo y no pasará nada tampoco. De esta manera, el Gabo nos explica cómo hizo Macondo para borrar el evento de la memoria. Sin embargo, al contarnos sobre el masacre novelizado, el Gabo hace que la memoria del masacre de Ciénaga ocupa un gran lugar en la memoria colectiva colombiana. En nuestras mentes, José Arcadio Segundo sigue en el tren de medianoche que lleva a miles y miles de cadáveres uno encima del otro como tantos racimos del banano que acabarán tirados al mar. Ningún recuento periodístico podría provocar nuestra imaginación y nuestra memoria como este relato de García Márquez.